Investigador Cisoc publica revistas clandestinas editadas en Dictadura
8 de enero de 2021Martín Bernales, investigador de CISOC junto a Marcos Fernández, publican las revistas clandestinas editadas «No Podemos Callar».
La revista No Podemos Callar fue realizada clandestinamente por un colectivo de cristianas y cristianos que se asumía “en constante nacimiento”. En razón de su fe, el colectivo tuvo el coraje de arriesgar su propia vida para modular una voz política disidente. El primer número de la revista explicita que la “simple proclamación explícita de la verdad, asumir sus riesgos pero también su eficacia liberadora es la tarea de NO PODEMOS CALLAR”. Los integrantes de No Podemos Callar siguen siendo, en su inmensa mayoría, desconocidos hasta el día de hoy.
La selección del presente volumen fue realizada por el grupo de estudios “Intervenciones Político-Religiosas en Dictadura” de la Universidad Alberto Hurtado. Sus integrantes fueron los académicos Enrique Rajevic, Boris Hau, Marcos Fernándes Labbé, Soledad del Villar, Jorge Costadoat s.j. y Martín Bernales Odino quienes contaron con la indispensable colaboración de Ignacio Rojas Donoso y Kazandra Serey.
Los textos que han sido recogidos en este libro son artículos del periódico clandestino No Podemos Callar, editado entre septiembre de 1975 y enero de 1981. Sus realizadores fueron un colectivo de cristianos y cristianas de base encabezados por el sacerdote jesuita José Aldunate (1917-2019). En sus páginas se encuentran denuncias tempranas sobre violaciones a los Derechos Humanos sufridas por miles de chilenas y chilenos, reflexiones acerca de la implementación de las políticas neoliberales por parte de la Dictadura, debates acerca del modo cómo la Iglesia Católica debía conducirse en estas circunstancias y las contingencias que hacían el día a día de esos años oscuros. De una manera informada y cuidadosa en sus formas, No Podemos Callar constituyó una intervención pública cristiana que se enfrentó políticamente a la Dictadura en un momento en que las posibilidades para las expresiones disidentes habían sido casi completamente canceladas. Con esta intervención el colectivo que sostuvo la revista fue forjando una actitud crítica que, dispuesta a arriesgar su vida cuando se atentaba contra la dignidad humana, se desplegó como si fuera una razón pública religiosa.